miércoles, 19 de agosto de 2009

Sin pelos en la lengua sermón del domingo 16 de agosto


Texto: Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas para que le preguntasen: ¿Tú, quién eres? Confesó, y no negó, sino confesó: Yo no soy el Cristo.
Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta? Y respondió: No.
Le dijeron: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo? Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.
Y los que habían sido enviados eran de los fariseos. Y le preguntaron, y le dijeron: ¿Por qué, pues, bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta? Juan les respondió diciendo: Yo bautizo con agua; mas en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis. Este es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado. Estas cosas sucedieron en Betábara, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.
San Juan 1.19-28

Introducción.

Su vida era una rutina completa. Se levantaba a la misma hora, veía a las mismas personas, no conseguía alegrarse con nada. Su aspecto no reflejaba su interior. Mientras por fuera parecía rudo, tosco y un apático a la vida; por dentro era una persona necesitando auxilio. Las garras del rock a menudo hacen lo mismo con sus víctimas.
Sucedió una mañana como a eso de las once. Sentado en el asiento trasero del autobús fumando un cigarrillo (que por cierto molestaba a las otras personas, pero a él no le importaba) repentinamente se subió un joven de aspecto humilde, pero muy limpio a predicar la Palabra de Dios.
El vago no quería escuchar nada de ello, así que trató de desviar su mirada hacia fuera, distrayéndose con los otros vehículos que pasaban, pero la voz de aquel muchacho era muy fuerte, lo que le incomodó hasta el límite, no teniendo otra opción que escuchar lo que decía.
Fue hasta que puso atención en el mensaje cuando todo cambió. Aquel muchacho sin gracia hablaba de un Dios interesante, capaz de transformar la vida de las personas, y lo más importante era que DIOS MISMO lo buscaba a él para amarlo y cuidarlo.
Su perspectiva había cambiado de indiferencia a interés en un santiamén. Hace unos minutos no le importaba que las demás personas no se quisieran sentar en el mismo asiento con él debido a su aspecto (yo doy fe de ello), ahora lo único que le interesaba era conocer al Dios que hablaba ese joven, quien toda palabra que salía de su boca era como bálsamo para su vida y aún sus gritos ahora eran agradables a sus oídos.
Pero los diez minutos que duró la exhortación pasaron muy rápido y el muchacho sólo se limitó a repartir unos cartoncitos con el salmo 91. En su corazón aquel joven deseaba que se quedara y siguiera hablando pero sabía que no podía ser así. Cuando pasó a su lado los ojos del rockero lo miraron suplicantes pero sintió pena de preguntarle acerca de su Dios. Cuando el predicador bajó del autobús una curiosidad había quedado en aquel corazón: ¿Quién es ese Dios tan bueno?. Esa pregunta es la que dos años después llevara a ese vago a entregar su vida a Cristo Jesús y tiempo después con la ayuda de Dios escribir este sermón.

1. La curiosidad de los fariseos es la que los llevó a conocer a Jesús

Juan el Bautista causó una revolución en Israel. Hacía conciencia a todos que dejaran sus pecados e hicieran frutos dignos de arrepentimiento; lo que provocó la curiosidad de sacerdotes y fariseos a preguntarse ¿será este el Cristo a quien esperamos?
2. ¿Qué vieron los fariseos en Juan?

2.1 Su celo por las buenas obras

Juan cumplía lo que el profeta Isaías dijo tiempo atrás “Voz que clama en el desierto: Preparad el camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios” (Is. 40.3) su misión fue preparar los corazones para la venida de Jesucristo. ¿Qué encontró? Una nación corrompida por la hipocresía, que ofendía a Dios en sus obras, que no era sincera para con su prójimo ni para con su creador. Su carácter fuerte fue lo que hizo triunfar su misión pues hablaba la verdad no importando quien estuviera frente a él.

2.2 Su convicción en cumplir el papel que Dios le dio

Cuando tu no sabes cual es el propósito de Dios para vida gastas toda tu energía, tu juventud, tus sueños en buscar esa felicidad; y para cuando la encuentras te ves a ti mismo desgastado, herido y sin ánimos de seguir adelante. Juan el Bautista aunque negaba ser Elías vino en el espíritu y poder de Elías para preparar el camino de Dios hacia Jesús.

2.3 Su humildad

La Biblia nos dice que después que hagamos nuestra obra y nos presentemos ante el Padre debemos hacerlo como siervos inútiles, aunque el papel que cumplimos sea grande, pues no debemos de olvidar que toda la gloria le pertenece a Dios. Juan nos dio un ejemplo de humildad al decir que no era digno de desatar la correa del calzado al referirse a Jesús y más tarde dijo que era necesario que para que Jesús creciera Juan menguara.





Conclusión

Juan el Bautista, con su celo ministerial, su convicción y su humildad logró cumplir el propósito de Dios para una nación que hacía 400 años no escuchaba su mensaje. Actualmente nuestro mundo está igual, la gente no quiere escuchar el mensaje y muchos de los que lo escuchan o lo predican son hipócritas como los fariseos.
¿Podrás tu ser el Juan el Bautista de nuestro tiempo? ¿Podrás preparar el camino del Señor?

Bendiciones


Hno Julio Sampson





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